Bestia Bebé: “Nuestras canciones son como tomarte una birra o un mate con amigos. A nuestro público les hacen bien, las necesitan”

Abr 9, 2025

Antes de una nueva gira europea, la banda se dio el gusto de editar su disco en vivo y de presentarlo como mejor le sale: tocando


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Familia, amigos y rock and roll, esos son los tres ejes que atraviesan a Bestia Bebé. Sumado a esto, principalmente, el punto central de su ADN es la instancia del show en vivo. En la tapa de Siempre escucho las mismas canciones, el disco grabado en directo que estrenaron hace semanas, se ve el escenario del patio del Konex y sobre él, flotando, el brujo símil Eddie The Head de Iron Maiden que sonríe con maldad mirando al público. De fondo y como una foto de época, los edificios de Buenos Aires se encuentran ardiendo en llamas. La escena construída es la perfecta representación de la importancia que el encuentro con el público tiene para el grupo pero también para sus seguidores. Los recitales de Bestia Bebé hacen bien y la gente necesita eso: sentirse mejor, al menos por un rato, y tener una especie de refugio para disfrutar mientras afuera el país se prende fuego. 

No hay nada mejor que juntarse a tocar y que la gente venga a cantar con vos tus canciones. No lo supera nada”, dice Tom Quintans. “Más ahora que estamos grandes. Yo tengo 36, tengo hijos, los pibes tienen sus vidas, sus laburos. Llega el fin de semana e ir a tocar, no hay nada mejor. Es mejor que ir a un bar, es mejor que ir a una fiesta, es mejor que ir al cine”. En los 13 años de historia que tiene la banda que completan Chicho Guisolfi, Polaco Ocorso y Marcos Canosa, jamás habían pasado casi dos meses sin dar un recital. Y las rachas, por más accidentales que sean, están para cortarlas. Por eso, el viernes 20 y el sábado 28 de junio, Bestia Bebé vuelve al escenario porteño de Niceto para reencontrarse con eso que es lo que más les gusta hacer y tanto necesita su gente: tocar.

Siempre escucho las mismas canciones es la muestra representativa de cómo son los recitales de Bestia Bebé y también su forma de habitar la música para no aburrirse, mutando y jugando con el cambio. Son 20 temas al palo, enganchados al mejor estilo ramonero, un repaso por todos sus álbumes y mucha presencia de los cantos del público. “Tocamos las canciones que más les gustan a la gente porque la idea es que el que venga la pase bien y pueda escuchar eso que vino a buscar, pero después tratamos de meter cosas nuevas para que el show tenga algo particular y no repetirnos”.

Entender y no resongar de los hits es algo que Tom aprendió de bandas como AC/DC, grupos que mantienen una lista nutrida de canciones coreables para alegría de su propia gente. “Vienen a buscar divertirse. Quieren pasar un buen momento, no ver si tocamos bien o si nos equivocamos. Van a cantar y a formar parte del universo de Bestia Bebé por un rato. Vemos que van muchos grupos de amigos, muchas parejitas, también empezaron a ir muchos niños, por ahí son los hijos de los que nos iban a ver al principio. Es todo un ambiente muy festivo, familiar, muy alegre”. 

Así como se disfruta abajo, lo mismo sucede arriba del escenario. Siendo una banda que se la pasa girando, lo principal y que más destaca Tom es la forma en la calidez humana que reina en la banda y el equipo que los acompaña durante sus giras por el conurbano, las provincias del país, toda Latinoamérica o como ahora, que preparan las valijas para irse en un recorrido extenso por España de más de 12 fechas. “Otra de las cosas que valoro es que después de todos estos años nos llevemos así de bien. Vos me decís, “¿te gustaría tocar en River o en la cancha de Racing?”, sí, pero lo que más me gustaría es que esto se mantenga, llevarnos bien”, dice. “Va a sonar medio romántico, pero prefiero tocar para 100 personas y llevarnos bien que en esos estadios y odiarnos entre nosotros. Siempre intentamos hablar las cosas, tratar de comprender al otro”.  

Tanto es así que la naturalidad de su sonido y sus relaciones trascendieron incluso a cambios que hubo en la formación, algo que se fue dando con naturalidad. “El Topo, nuestro primer guitarrista, es de un período en que la banda era mucho más rústica, descontrolada, por ahí más punk. Ahí tocábamos muchísimo más rápido todos los temas, muchas veces totalmente en pedo. Después entró Boui, Tomás Vilche (La Patrulla Espacial, Los Bluyines) y ya la banda venía con una cosa más perfeccionista, ya se interpretaba todo en el tempo original. De hecho Boui entró tocando una acústica, así se recreaba más lo del disco. Ahora con Marcos se sigue un poco la línea, son guitarristas técnicamente muy buenos”, repasa Tom. “Después nosotros tres que somos los de siempre. Yo creo que canto mucho mejor que cuando empecé, le doy más bola al menos, los pibes, Chicho y Polaco, son dos robots. Van y tocan perfecto. Eso te lo dan los años, los shows, tocar, tocar, tocar, tocar, son grandes profesionales”. 

Si la amistad, el amor y la familia construyen su obra, la variable principal que completa la ecuación es el fútbol. Su disco debut, el homónimo del 2013 que en su portada tiene a un equipo de grupo de amigos en un potrero, marcó un punto de partida que la gente adoptó y abrazó con fuerza. Hoy los recitales de Bestia Bebé están plagados de camisetas de diferentes equipos, esas mismas que ellos usan a veces sobre el escenario, y abajo el público canta canciones de cancha. Siempre escucho…, de hecho, comienza con la más maravillosa música, ese tema que suena en todas las hinchadas del fútbol argentino cuando la crisis envuelve a la institución y es hora de pedir huevos y cabezas rodar. “No fue algo que nosotros dijimos ‘che, hagan esto, canten esta canción’, sino que se dio solo”, cuenta Tom. “En el universo de la banda ya lo dejamos un poco de lado, pero pegó eso, más acompañado que a nosotros nos gusta el fútbol y la gente un poco adoptó eso para los recitales. Cada vez que voy a tocar a una ciudad me regalan camisetas, tengo una especie de museo de regalos”.

Sin embargo, con la premisa de cambiar para no aburrirse y en la forma en la que dejaron atrás la futbolización de la banda, la narrativa de Bestia Bebé también varió. El cambio fue, también, gracias al paso del tiempo y algo tan natural como inevitable que es crecer. “Siempre hablé de cosas que me pasaban a mí, pero en el primer disco y segundo las ocultaba. Me sentía medio boludo al expresar sentimientos, por eso tampoco animé una canción que diga ‘nena, te amo, te extraño’, porque nunca me gustó”, cuenta Tom. “Es más, me costaba hasta poner la palabra corazón, por ahí es porque vengo de un palo más punk, más heavy metal que no se usaba mucho eso y ahora no”. 

La transformación, también, fue musical. Ese impacto inicial de la música cruda, más vertiginosa de guitarras filosas que con mugre o desparpajo punk hablaban y cantaban de la pelotita, a medida que pasaron los discos fue quedando cada vez más lejos. “Musicalmente, tengo la premisa de que cuando grabamos un disco o cuando estoy haciendo unas canciones hay que tratar de hacer algo diferente. Primero que nada tengo que sentir que no estoy haciendo lo mismo. También buscamos que cada disco tenga un sonido particular, que esté producido de una manera que vos lo pongas y reconozcas cuál es, ‘este es Vamos a Destruir’, ‘este sé que es Jungla de Metal’, va un poco por ahí”, dice Tom. “Pero el cambio del primero al segundo disco fue más autoboicot, porque cuando pasó todo esto del fútbol, me hincharon mucho las bolas con eso y nos compararon con bandas que nada que ver. Entonces dije ‘vamos a hacer algo que vos lo pongas y digas ¿qué es esto?’. Entonces arranca con una cosa más Vampire Weekend, algo que no había nada en el primero. Por ahí nos jugó en contra para algunas personas y nos jugó a favor para otras”.

Sin embargo, el desafío de cambio que Tom y la Bestia llevan adelante es una cuestión más bien interna, como si estuviesen luchando con su propio brujo interno, porque la gente, su público, abraza la sorpresa. En la lista de referencias que Bestia Bebé carga sobre sus espaldas pueden pasar los RamonesMetallica, los Rolling StonesNick Drake Spiritualized, entre tantas otras cosas. Y justamente, a la gente que los va a ver le gusta eso. “En los recitales noto que Vamos a destruir, nuestro último disco, gustó más que los anteriores. Las canciones que tocamos están a la altura de las del primero que era de las que más agitaban. Se nota mucho porque vos estás tocando y te das cuenta cuándo cantan más una canción, cuándo hay pogo y cuándo la gente está preguntándose qué tema es el que suena. Está buenísimo porque sacar algo nuevo y que la gente lo reciba bien y lo canten y todo, es una alegría muy grande”.